miércoles, 25 de noviembre de 2015

De cadenas y de hombres


“De cadenas y de hombres” es un texto que nos relata la situación que viven muchos trabajadores en el mundo. La mayoría de los trabajadores aceptan cualquier trabajo por necesidad. No importa la jornada que se les imponga, el desgaste físico, el riesgo al que se expongan, las consecuencias que les puede traer a su salud, ni la humillación que los jefes o encargados llegan a hacerles.

  A las grandes empresas no les importan si sus trabajadores tienen problemas o necesidades; solo les importa que se logre la producción sin contratiempos. Para ellos no es inconveniente que alguno de sus trabajadores se enferme o no asista al trabajo. Se podrán molestar al principio, pero lo reemplazarán de inmediato como si fuera una simple pieza que ya no van a utilizar.

  En este texto, se habla de “hundirse”. Esto se refiere a la acumulación de retraso. Esta acumulación de retraso suele ser tan angustiosa como el naufragio. Muchas veces los trabajadores se apoyan entre ellos, pues si nos se ayudan ellos, ¿Quién les ayudará? La mayoría de las veces hay solidaridad, se ayudan a terminar el trabajo del día, comparten la comida y los recuerdos con la familia. Hay trabajadores que solo hacen su trabajo, no intercambian palabra con ningún otro, incluso aumentan la producción. Esto no lo hacen para perjudicar a los demás, simplemente el miedo de perder su trabajo y pensar que ya no podrían mantener a su familia es demasiado que no les permite crear relaciones en el trabajo.

  Los momentos de descanso son anhelados por la mayoría de los trabajadores. Algunos otros prefieren adelantar la producción por el mismo miedo que le tienen a los encargados, ya que podrían despedirlos y ya no tendrían con que mantener a su familia. Estos momentos de descanso suelen ser vistos como pérdida de tiempo para Citroën, la empresa en la que se desarrollan los acontecimientos del texto. Incluso ven a los obreros como “delincuentes que todavía no han sido atrapados con las manos en la masa”.

  Un sindicato es una agrupación de gente trabajadora que se desarrolla para defender los intereses financieros, profesionales y sociales vinculados a las tareas que llevan a cabo quienes la componen. Se trata de organizaciones de espíritu democrático que se dedican a negociar con quienes dan empleo las condiciones de contratación, pero en esta empresa el sindicato no es más que un aliado de Citroën, pues no ayuda a los trabajadores.

  En el texto también se maneja la “recuperación”. El horario se prolonga cuarenta y cinco minutos, la mitad de los cuales se pagaría a la tarifa normal y el resto sería gratuito. Se recurre al sindicato, pero como era de esperarse no hace nada.
  Esto provoca molestias entre los trabajadores. Surge el proyecto de reunir a todos los que se oponen a la recuperación para hacer huelga cuando llegue el día. El intelectual empieza a hablar de su “establecimiento” para contribuir a la lucha de los obreros dentro de la fábrica. Se promete resistir y no renunciar, cual sea el resultado de la lucha. Establecen su objetivo: parar la cadena, pues si no, los demás paros no detendrán la producción.

  Llega el día de la huelga y logran su objetivo; parar la cadena. Al siguiente día se les espera a los trabajadores con su maquinaria antihuelga. La vigilancia está al máximo, pero aún así paran de nuevo a las cinco en punto. Los más amenazados son los inmigrantes. Se corre el rumor de expulsar a los “agitadores” a sus países de origen, pero de nuevo logran parar la cadena. La huelga solo dura una semana, pues apenas y la mitad vuelven a parar; estos son reemplazados. En la segunda semana, había quienes volvían a parar labores a las cinco de la tarde, pero también eran sustituidos. Incluso a otros trabajadores no se les despide, simplemente se les carga más el trabajo, los atormentan y les impiden moverse por la fábrica; les hacían la vida imposible con el fin de que renunciaran.

  En ese momento piensan que la huelga no sirvió para nada, pero en el futuro sabrán que sí. Se llegan a encontrar y dicen que los jefes andan con más cuidado, que hay menos atropellos y que la dirección tomó en serio su huelga, como una advertencia.
  El intelectual cumple con no renunciar, pero al final de una tarde es notificado de su despido.


  Creo que las huelgas no deberían de existir, y con esto no quiero decir que estoy en contra de ellas, simplemente soy de la idea de que las empresas así como se preocupan por la producción, también deberían preocuparse por sus trabajadores, pues ellos son los que hacen todo el esfuerzo físico para que esto se logre.

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