Mi hermana
me ha dado a mis dos personas favoritas en el mundo: mis dos sobrinos. Y aunque
tienen tres y un año, con solo verlos y estar con ellos me cambian por completo
mi día.
El mayor se
llama Emmanuel. Llegó cuando tenía dieciocho años. Él ha sido mi cómplice en
cada travesura. Jugamos con sus carritos, al restaurante, a las atrapadas,
fútbol, dibujamos, pegamos estampitas por toda la casa, vemos películas y sus
caricaturas. Le gustan mucho los minions.
El pequeño de
llama Fernando. Hace aproximadamente, una semana cumplió un año. Cuando él iba
a nacer yo estaba en el cine
como a medio día. ¡Saliendo de la función me enteré de que ya era tía
nuevamente! Su mamá no me quería avisar para que no me perdiera la función. Por
él y por Emmanuel me perdería todas las funciones. Nando es el bebé más
risueño que conozco; siempre tiene una sonrisa en su carita. Eso me encanta.
Espero que sea así siempre.
Desde que llegaron me cambiaron
la vida; son mi motor de cada día. Y aunque no son mis hijos los quiero como si
lo fueran. Daría todo por ellos. Son mi máximo. Probablemente, no soy la mejor
persona del mundo, pero prometo cuidarlos de todo, apoyarlos en cada momento de
su vida y enseñarles todo lo que sé. Quiero que algún día se sientan
orgullosos de su tía. Gracias por llegar a mi vida. ¡Los amo!
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